jueves, 13 de diciembre de 2007

De fiesta, en Caraballeda

si vas pa’ Caraballeda
de seguro gozarás
bailando frente a la iglesia
los tambores de San Juan
(canción popular)
















Armando Reverón. Fiesta en Caraballeda, 1924

Una fiesta se desarrolla en una plaza, la de Caraballeda. La Iglesia, custodiada por su principal icono, vigila el desenvolvimiento de la misma. Lo hace con cierto recelo pues en la fiesta se bailan tambores, costumbre pagana heredada de antepasados de otras tierras. La atmósfera ligera y casi vaporosa de la pintura permite que el sudor pierda su materia esencial y se diluya, sin dejar rastro. El sonido de los tambores también se eleva y desaparece, la imagen no emite resonancia alguna, sólo los colores son los ejecutantes del baile.

La pintura evoca la dualidad de los ritos religiosos enriquecidos por costumbres ajenas a ellos mismos: de un lado la iglesia, blanca y pesada, y del otro la masa negra y mestiza, informe y homogénea. El templo exhibe una amplia boca capaz de tragarse a la muchedumbre. Invita al cobijo de su interior como una madre invita a sus brazos, amorosa y sobreprotectoramente.

No se puede saber si la muchedumbre entra o sale del templo, pero sí que no son indiferentes a él, pues si salen parecen huir y, si entran, lo hacen apresuradamente. Sólo los tambores permanecen impávidos ante su presencia, pues se saben portadores de una voz poderosa, que convoca con una energía primigenia, hipnotizante y más poderosa que la de las campanas. San Juan, el que todo lo sabe, observa y sonríe.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola, me gusto mucho el artículo que publicaste, me encantaria discutir contigo acerca del analisis de esta pintura mi correo es glk25@hotmail.com

espero tu respuesta

gracias de antemano

JG