lunes, 28 de enero de 2008

El 5 de julio de 1811, de Juan Lovera. Análisis iconográfico e iconológico (2)

Juan Lovera, el primer artista republicano

Nace en Caracas, el 11 de julio de 1776 (*). Pardo libre, hijo de un artesano fabricante de cirios, desde joven se siente atraído por las artes. Ingresa al taller de Antonio José Landaeta y se convierte en su alumno. Allí Lovera aprende las técnicas tradicionales de la pintura colonial: preparación de colores y lienzos, fabricación de marcos y dorados, así como iluminación de estampas.

Dedica casi toda su vida a la retratística, y se supone que también dirige su atención a la pintura religiosa. De esta última quedan muy pocos ejemplos a que se pueda hacer referencia (por ejemplo La Divina Pastora, 1820, Colección Fundación Museos Nacionales, Galería de Arte Nacional), pero gracias a ciertos documentos se sabe que durante su vida el artista realiza decoraciones de iglesias, imágenes votivas y restauraciones de lienzos religiosos. Sin embargo, el pintor y la historia han dejado un más amplio rastro de su labor como retratista (Presbítero Dr. Domingo Sixto Freites, 1831; Don Marcos Borges recibiendo las proposiciones académicas de su hijo Nicanor, hacia 1838; entre otros).

Lovera fue simpatizante de la causa patriota venezolana desde que ésta se inicia y los sucesos de 1810 y 1811 (declaración de la independencia de España, y firma del Acta de Independencia, respectivamente) debieron emocionarlo bastante, aunque tarda unos veinticinco años en pintar los lienzos que describen estos hechos. Sin embargo los años siguientes a la declaración y firma del acta de la independencia no fueron fáciles. El terremoto de 1812 y la emigración a Oriente de 1814 así como las ruinas que dejaría la guerra, inciden inevitablemente sobre la producción artística del momento. De hecho, desde la salida de Lovera de Caracas hasta su regreso (unos tres o cuatro años después) no se sabe con certeza qué hizo ni dónde estuvo, algunos historiadores como Enrique Planchart lo ubican en Cumaná, en tanto que otros, como Willie Aranguren, señalan un posible viaje por las Antillas, luego de su paso por esa ciudad.
El artista, luego de un temporal retiro al pueblo de Chacao, es nombrado Corregidor de Caracas en septiembre de 1821, cargo que acepta luego de numerosas peticiones, pues la humildad parece ser una característica constante en la vida del artista (Duarte, p. 27). A partir de esta fecha Lovera inicia una productiva etapa en su vida artística. Esto no es de extrañar si se recuerda que, luego del triunfo de la Independencia, el género ejecutado por excelencia es el retrato, entre otras razones debido a la novedad que implica para los seglares y civiles retratarse. La temática religiosa decae pues la iglesia apenas puede dedicarse a reconstruir los templos, luego del terremoto y la guerra. El paisaje, por otro lado, es algo que todavía no se considera digno de ser representado, a no ser como fondo de alguna figura (y esto tan sólo en algunos pocos casos).

Lovera fue maestro de dibujo en varias ocasiones. En 1820 en la escuela de Felipe Limardo y en 1822 en la escuela para niños pobres, pardos y blancos, de don Vicente Méndez. Fue maestro de Pedro Lovera, quien para Enrique Planchart es su hijo (**) y según Carlos Duarte tan sólo un sobrino, hijo de Fernando Lovera (Duarte, p. 30). El retrato que aquí se ofrece se consideró por mucho tiempo como un autorretrato de Juan Lovera (Enrique Planchart, , Revista Nacional de Cultura, 1951), posteriormente Carlos Duarte, luego de un estudio publicado en su libro "Juan Lovera, el pintor de los próceres(1985) estudiando la moda de lá época, llegó a la conclusión de que no era el artista que nos ocupa, sino de Pedro Lovera.
En 1828 el coronel Francisco Avendaño instala una prensa litográfica en el taller de Lovera, siendo esta técnica estudiada y revisada por el artista durante dos años. De 1830 en adelante Lovera realiza numerosos retratos y continúa su labor como docente. Durante esta década el General Páez propone una exaltación hacia los valores de la independencia y es probable que las dos pinturas históricas de Juan Lovera hayan surgido en este ambiente.

Primero ejecuta El tumulto del 19 de abril de 1810, en 1835, que es donado a la Honorable Diputación de Caracas. Posteriormente dedica el año de 1837 a la elaboración de El 5 de julio de 1811, obra finalizada en 1838 y dedicada al Congreso Nacional. Muere el 20 de enero de 1841 a los 65 años de edad, siendo sus últimos años muy productivos.


(*) Hay discrepaciancias en torno a su fecha de nacimiento. Duarte señala esta fecha como la verdadera, basándose en la partida de bautizo. En: Duarte, Carlos. Juan Lovera, el pintor de los próceres. Fundación Pampero. Caracas, 1985. p. 17.
(**) Planchart, para afirmar esto se remite a Landaeta Rosales, quien dice que Juan Lovera tuvo un hijo durante su estancia en Cumaná. En: Planchart, Enrique. Ob cit. p. 97.

Referencias
DUARTE, Carlos. Juan Lovera, el pintor de los próceres. Fundación Pampero. Caracas, 1985. 182 p.p.

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